A veces, un buen grito ayuda a despertar.
A veces, un buen grito ayuda a despertar.
Mi viejo daba clases en Fac. Ingeniería y renunció en masa con los demás tras los Bastones Largos, tengo esa página del diario. Yo nací en 1971. Le mandé este email hace varios años.
-----------Son las tres de la mañana.
Acabo de soñar que estábamos vos y yo laburando en CNEA hace mucho pero yo era grande. Las cosas, los procesos, tenían el aspecto que tenía el mundo en 1970. Las máquinas pintadas de ese verde malaquita descascarado.
Soñé que te acompañaba una noche a correr un experimento. Adentro CNEA estaba llena de gente laburando en cosas mecánicas, en tornos de bolitas, lubricados con aceite blanco que circulaba y chorreaba. Y ese olor a taller. Vos estabas haciendo algo concentrado y yo me iba a ayudar a otros por ahí.
Se hacía tarde, me daba sueño, y me iba a dormir a la sala de charlas, que tenía butacas mullidas y donde dormían también otros.
En eso se armaba lío. Había golpes. Querían entrar. La noche de los bastones largos. La gente empezaba a agarrar sus cosas e irse, y yo decía, desde el lado del escenario "yo quiero decir algo" . (Quería arengar a defenderse, a pelear, porque era resistir ahora). Nadie me escuchaba, nadie me miraba, seguían saliendo. Mas fuerte, pensaba, y lo decía de nuevo, pero nada. Me subía a una butaca y decía, gritaba:
"Yo Quiero Decir Algo".
Y tanto esfuerzo le puse que vocalicé dormido. Sonó bien, algunos empezaban a darse vuelta. Pero escuchar mi propio grito me despertó. Muy despierto, de golpe. Y te lo quería contar.
Gracias, pá, por hacer las cosas que hiciste cuando yo ni siquiera existía.
Oski.
22 Oct, 2016, 3:03 a.m.